La estructura diaria es una aliada del aprendizaje y de la seguridad emocional. En nuestra escuela, cada día sigue un ritmo que los niños pueden anticipar, lo que reduce la ansiedad y fomenta la autonomía. Una jornada bien organizada facilita que los pequeños conozcan expectativas, se centren en las actividades y aprovechen cada momento para crecer.
Una jornada típica suele incluir: llegada, asamblea breve, talleres de exploración, snack saludable, tiempo libre supervisado, actividades guiadas, higiene de manos y descanso. Cada bloque tiene propósito: la asamblea favorece la atención, el intercambio y la comunicación; los talleres permiten practicar habilidades específicas (lenguaje, motricidad fina, ciencia); el descanso es una oportunidad para reequilibrar energía y consolidar lo aprendido.
Las rutinas también apoyan la seguridad: saber qué viene después de cada actividad reduce el estrés y mejora la concentración. Además, favorecen la autonomía, ya que los niños aprenden a vestirse, a guardar sus pertenencias y a colaborar con sus compañeros.
Consejos para familias: mantener horarios consistentes en casa, preparar la mochila con anticipación y conversar sobre la rutina del día. Celebrar pequeños logros (mostrar que ya sabe hacer X tarea) refuerza la confianza y la motivación.
Próximamente, publicaremos ejemplos visuales del día en nuestro centro y sugerencias de apoyo en casa para cada bloque de la jornada.