El lenguaje es la herramienta principal para entender el mundo y expresar ideas, emociones y necesidades. En los primeros años, cada interacción es una oportunidad para enriquecer el vocabulario, la pronunciación y la capacidad de conversar. En nuestra escuela, integramos actividades de lenguaje en todos los momentos: cuentos, canciones, juegos de roles y conversaciones diarias.

En clase, algunas prácticas efectivas son:

  • Lectura compartida diaria, con preguntas abiertas que inviten a describir imágenes, comparar personajes o anticipar lo que sucede.
  • Diálogo durante el juego: narrar lo que hacen los niños e invitar a explicar decisiones.
  • Rondas de preguntas simples y luego progresivas (quién, qué, dónde, cuándo, por qué).

En casa, estas ideas pueden funcionar:

  • Lectura diaria en voz alta y preguntas abiertas sobre la historia, personajes y emociones.
  • Conversaciones cotidianas que inviten a narrar experiencias del día, describir acciones o planificar actividades futuras.
  • Juegos de imitación y simulación: representar situaciones simples (ir al supermercado, ir al parque) para practicar vocabulario y turnos de habla.
  • Crear un “cuaderno de palabras” con imágenes y palabras nuevas para revisar de forma lúdica.

Señales de progreso y cuándo consultar:

  • Vocabulario limitado para la edad, dificultad para combinar palabras en oraciones simples, o problemas persistentes para entender instrucciones.
  • Si observas retrasos significativos, consulta con el equipo educativo de la escuela o con un especialista en lenguaje.

Recursos útiles:

  • Libros recomendados por edad, cuentos con repetición y estructuras claras.
  • Apps y audiolibros educativos, usados con supervisión.
  • Rutinas de biblioteca: buscar libros por tema, conversar sobre ilustraciones y crear preguntas propias.